Hoy
sigo con eso de compartir momentos. Llevo ya un par de semanas dándole vueltas
a lo que voy a contar hoy. Sabía que quería hablar de ella pero no qué momento
escoger, porque son muchos. Finalmente me he decidido por contar varios, los
más significativos y que son una muestra de lo importante que esta persona ha
sido (y sigue siendo) en mi vida.
Conocí
a María prácticamente de casualidad. Nos vamos hasta marzo de 2001. Tras un
primer semestre en la universidad y un primer bloque de exámenes un poco
estresante decidía tomarme una semana de vacaciones, aprovechando que se
celebraba la feria de Oliva. A la vuelta me senté con la gente que en ese
momento era mi grupo, entre los que estaba Laurita, de la que ya he hablado en
este blog. Laurita también venía de su pueblo, tras una semana fuera, como yo.
Preguntamos ambos como iba aquello de los grupos para los trabajos de las
nuevas asignaturas (en Publicidad no teníamos ninguna anual con el plan en el
que estudiamos nosotros, todas eran cuatrimestrales). Me quedé sorprendido al darme cuenta de que
nos habían dejado fuera. A Laura y a mí nos tocaba buscarnos la vida.
Volvía a casa de clases ese día, en la Línea 6, como
siempre. Delante de mí una chica. Me sonaba la cara. Era compañera de clase,
aunque no habíamos tenido la oportunidad de hablar antes. Se dio cuenta de que
la miraba y se acercó. Me preguntó si iba a clase con ella y le dije que sí.
Comenzamos a hablar. Resultaba que le faltaban dos personas para uno de sus
grupos de trabajo y por supuesto me ofrecí y ofrecí a Laura.
Fue un
encuentro casual que provocó que se entablase una relación que dura hasta hoy.
Una de esas veces en que el Universo se pone de acuerdo contigo para que elijas
el camino correcto. Ese encuentro en la Línea 6 de Tussam supuso que dejase de
lado un grupo que no era el adecuado (no digo que fueran malas personas, todo
lo contrario, solo digo que no eran las personas adecuadas) por un grupo que
era de verdad el mío, con gente maravillosa que hizo que los otros tres años de
carrera y los posteriores fueran mucho más fáciles. Verdaderos amigos, amigas
en este caso.
A día
de hoy (y han pasado más de trece años) sigo sin saber si Maria se dio cuenta
de que iba mal o simplemente se acercó a hablar por simple casualidad. Nunca se
lo he preguntado. Lo que si tengo claro
es que recibí justo lo que necesitaba en ese momento.
Después
de aquello la relación se fue haciendo más cercana, tanto con ella como con el
resto del grupo, especialmente con Rocío y con Laura. Pasamos a ser un
cuarteto, sobre todo durante el tiempo en que Laurita se distanció un poco
de nosotros. Siempre tuve buena relación con el resto del grupo, pero la
relación con María ha sido más especial, más cercana. Cada vez que necesitaba algo estaba ahí. La
relación se fue fortaleciendo poco a poco, entre historias, confidencias y
discos de Medina Azahara. Comparto un poco de la canción que suena
mientras escribo esto.
Mirando las
estrellas quise comprender
si detrás del cielo existe algo más
porque en las tinieblas escucho tu voz
y en la luz siempre te pierdes
y me queda solo la ilusión…
si detrás del cielo existe algo más
porque en las tinieblas escucho tu voz
y en la luz siempre te pierdes
y me queda solo la ilusión…
El
siguiente momento que quiero contar es uno de los peores de mi vida, y sin duda
el peor de mis años de facultad y me lleva al mes de enero de 2002. Acababa de
llegar del pueblo destrozado y esperando una horrible noticia que se iba a producir de forma inminente.
Estábamos
en los pasillos de la primera planta del antiguo edificio de Gonzalo Bilbao,
haciendo cola ante el despacho de Trini Galiana para presentar un trabajo de
Sociología II. Sonó el teléfono. Antes de mirar siquiera quien era lo sabía y
también sabía el motivo de aquella llamada. Mi madre llamaba para decirme que
la suya, mi abuela Isabel, había fallecido. No por esperada, ya que llevaba
enferma unos meses y lo que había visto ese último fin de semana me decía que
no tardaría mucho en pasar, la muerte de una persona querida es menos dolorosa. No solo se iba mi abuela. Se iba la que había sido una segunda madre para mí. Se iba un trozo de mi vida, el trozo de mi vida más importante que he perdido hasta ahora. Se iba una parte de mi y de mi historia que hasta este momento he sido incapaz de llenar.
Dejé la
facultad y a todas allí dispuesto a ir a mi piso, coger la maleta y pillar el
único autobús que salía ese día. Iba justo de tiempo. Estaba totalmente
destrozado, pero no era lo único que pasaría ese día, porque las cosas cuando vienen, vienen todas de golpe. Abrí la puerta
del ascensor. Vivía en un octavo piso. Me extrañó ver la puerta del piso abierta. Entré pensando
que alguno de mis compañeros acabada de entrar y se había olvidado de cerrarla.
Los llamé, pero no contestaban. Entré en mi habitación para hacer la maleta y
me quede helado. Todo estaba por los suelos. Alguien había estado revolviéndolo
todo y se había llevado el dinero que había en la mesilla y roto algunas cosas.
Caí derrumbado en la cama. No sabía qué hacer ni a quien llamar. No podía
llamar a mi madre. Suficiente tenía la mujer con lo que tenía encima, quizá la
perdida más dolorosa que puede afrontar una persona a lo largo de la vida, la
de una madre.
Me
quede sentado, sin mirar a ningún sitio. De pronto recordé que tenía que irme.
Hice la maleta. Miré por toda la casa. Solo habían entrado en mi habitación.
Todo muy extraño. Ninguno de mis dos compañeros me cogía el teléfono. Me senté
sobre la cama de nuevo. Estaba como en una nube, sin noción ni conciencia real
de lo que estaba pasando. Soy incapaz de recordar el tiempo que pasé así, lo
que sí sé es que cuando volví a mirar el reloj era demasiado tarde para coger
el autobús.
Llamé a
casa para decir que no llegaba, que era imposible. Mi madre me dijo que no
pasaba nada, que incluso mejor no tener que pasar por todo aquello. Colgué el teléfono.
Estaba desolado. Tenía miedo. No sabía si quería dormir allí y ya era tarde
para coger el autobús. Llamé a María y se lo conté todo. Vino a por mí y me llevó a su casa. Allí pasé
unos días, hasta que fui capaz de volver a la mía, hasta que recuperé las
fuerzas. A pesar de todo lo que había pasado pasé allí unos días magníficos ya
que consiguió que todo eso estuviese en un segundo plano. Fueron sus palabras y
su forma de afrontar el momento por el que pasaba los que me ayudaron a
sobrellevar el que a día de hoy sigue siendo uno de los momentos más
complicados de mi vida, quizá el más.
Después
de aquello han llegado muchas cosas, entre ellas un genial viaje a Roma en mayo
de 2004 que sirvió para reforzar mi relación con ella y también con Rocío (esta
última sí que se ha enfriado, pero nada que no pueda resolverse). Una canción:
Solo che
pensavo a quanto è inutile farneticare
e credere di stare bene quando è inverno e te
togli le tue mani calde
non mi abbracci e mi ripeti che son grande,
mi ricordi che rivivo in tante cose...nananana
case, libri, auto, viaggi, fogli di giornale
che anche se non valgo niente perlomeno a te
ti permetto di sognare
e se hai voglia, di lasciarti camminare
scusa, sai, non ti vorrei mai disturbare
ma vuoi dirmi come questo può finire?
non melo so spiegare
io no me lo so spiegare
e credere di stare bene quando è inverno e te
togli le tue mani calde
non mi abbracci e mi ripeti che son grande,
mi ricordi che rivivo in tante cose...nananana
case, libri, auto, viaggi, fogli di giornale
che anche se non valgo niente perlomeno a te
ti permetto di sognare
e se hai voglia, di lasciarti camminare
scusa, sai, non ti vorrei mai disturbare
ma vuoi dirmi come questo può finire?
non melo so spiegare
io no me lo so spiegare
Visitas a Chiclana. Comidas compartidas con ella, con Sebas,
con Laurita y con Alberto. Risas. Perros. Playa. Una boda emocionante en la que
todos los que allí había tenía algo que agradecer a los novios. Algo que
demuestra qué tipo de personas son. Otra canción:
Que lancen
cohetes al cielo
Que alumbren mi felicidad
Que anoten la hora y el día
Y en fotografía quiero este lugar
Que suenen trompetas al viento
Que anuncien mis ganas de amar
Que anoten la hora y el día
Y se haga este día fiesta nacional
Está naciendo un amor
Que alumbren mi felicidad
Que anoten la hora y el día
Y en fotografía quiero este lugar
Que suenen trompetas al viento
Que anuncien mis ganas de amar
Que anoten la hora y el día
Y se haga este día fiesta nacional
Está naciendo un amor
Otra boda. Ahora en Huelva. Otra oportunidad de darme cuenta
que tipo de amigos tengo. Laurita, Alberto, María, Sebas, Laura. Un atracón en
el buffet del hotel. Momentos.
Ahora estamos lejos, pero la relación sigue siendo la misma, igual de fuerte. Igual de intima.
Hablamos a menudo y parece en esas conversaciones que no ha pasado el tiempo y
que seguimos en aquellos años de Sevilla en los que la relación se convirtió en
lo que es ahora, una amistad fuerte y sincera. Una persona con la que puedo
hablar de todo, a la que puedo contarle lo que me da la gana. Aconseja, pero no
juzga. Una amiga.
Este relato es un regalo para ti, como el de hace unas
semanas fue un regalo para Laurita. Por estar ahí. Porque cuando estamos tan
lejos es difícil hacer un regalo, pero siempre hay una alternativa.
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