jueves, 27 de marzo de 2014

La decisión correcta

Anoche soñé contigo. No es la primera vez que lo hago, pero esta vez ha sido diferente. En primer lugar porque estaba despierto, pero sobre todo porque al contrario que en otras ocasiones ha sido un sueño mucho menos sucio. Soñé que en su momento tomé la decisión correcta y que aquel día fui a verte.

Me acabo de despertar y lo único en lo que pienso es en estar contigo. Llevaba tiempo esperando un mensaje como el que me habías enviado hace dos noches y estoy ilusionado. Lo primero es ir al baño, para lavar y despejar un poco mi cara , ya que mi mente está completamente despejada y solo con una idea presente, verte.

Me acerco a la cocina. Es una mañana fría y acelero el paso. No fue buena idea eso de colocar la cocina al final del patio. En mañanas como esta pasas frío. Meto mi taza de Pollo y Vaca en el microondas con el café oxidado de ayer dentro. No me apetece volver a hacer café hoy. Mientras el café se calienta saco el tostador y meto dentro dos rebanadas de pan. Me quedo fijo mirando como se tuesta el pan mientras de fondo escucho el clic del microondas que acaba de calentar mi café. Mientras saco el café del microondas se me queman las tostadas, así que tengo que rasparlas antes de untar la margarina.

Enciendo el televisor mientras desayuno. Están dando Shin Chan aunque podrían estar dando cualquier otra cosa porque realmente no estoy viendo la tele, estoy pensando en tí de nuevo. Me imagino como será el resto del día, que harás cuando me veas. Mientras voy comiendo voy tomando una decisión importante: en qué momento vendrá ese primer beso.

Nuestro primer beso es algo que viene obsesionándome desde hace tiempo. Es cierto que he estado a punto de dártelo muchas veces y no lo he hecho, al igual que es cierto que también tú has estado a punto de dármelo en algún momento y fui yo el que dudó. Llevamos demasiado jugando al perro y al gato y es momento de decidirse, saber si es o no es. No va a pasar de hoy.

Recojo la mesa y voy a mi habitación. Hago rápidamente la cama y abro la puerta del armario para decidir qué me pongo. Es una decisión muy importante. Es un día especial y hace falta una ropa acorde. Cojo un vaquero raído, no por el tiempo, sino por eso que llaman moda, una camiseta negra, camisa de cuadros que dejaré abierta, calcetines blancos y unas Converse verdes. Dejo para el final los calzoncillos: Calvin Klein blancos y azules. Son nuevos y parece el momento de estrenarlos. Nunca se sabe como irán las cosas. Y pensando en esto saco del cajón del escritorio dos condones y los meto en el bolsillo de atrás del pantalón.

Me ducho pensando en tí. Ducharse pensando en la persona que te gusta no es, definitivamente, una buen idea. Toca pensar en otra cosa, repasar las tabla del nueve o los ríos de la península: Miño, Duero, Tajo, Guadiana,...

Salgo de la ducha y me visto mientras me miro en el espejo. No es vanidad, es que quiero estar perfecto para ti. Hace mucho que no me ilusiona tanto eso de pasar un día con otra persona, aunque el plan sea de lo más normalito: mañana en el centro, comida en un japonés, café, paseo, cena y concierto.

Preparo la mochila, una sola muda, porque solo será una noche. Cojo el mp3 y lo intento meter en el bolsillo de atrás. Ocupado. Saco los condones y los meto en la mochila. Mejor que no estén a la vista, nada de parecer prepotente. No es la primera vez que salen de casa en el bolsillo o en la cartera y vuelven a casa tal y como salieron. De hecho no sería la primera vez que me pasa después de quedar contigo.

Suena una bocina en la puerta de casa. Vienen a recogerme. Monto la mochila en el maletero del coche de mi amigo y me subo delante junto a él. En el coche suena Sabina y nos ponemos a hablar un poco de todo casi sin escuchar la música, a pesar de que es un artista que nos gusta a los dos. Hablamos de todo y de nada mientras sigue sonando Sabina.


Algunas veces vivo
y otras veces
la vida se me va con lo que escribo;
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo
que te arañe el corazón;
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella..., al mar de tu incomprensión.


Siempre me sentí muy identificado con esta canción y mientras la escucho y contesto con monosílabos a las preguntas de mi amigo, pienso en que, igual, gracias a ti desde hoy dejo de sentir que los versos de esa poesía me desnudan por dentro.

Hemos llegado. Mi amigo me deja en tu puerta. Le doy las gracias y me despido mientras sacamos la mochila del maletero. Me desea suerte. No es suerte lo que me hace falta, lo que me hace falta es valentía, conseguir que el de hoy no sea un día más, que sea un día especial, el inicio de algo.

Llamo al telefonillo y solo unos segundos después escucho tu voz.:

- Por fin llegas. Sube, te estaba esperando.
- Subo

Mientras voy en el ascensor pienso en que no debí decir solamente: Subo. Debí decir: Yo también te llevo esperando, toda mi vida. Me doy cuenta al mirar al espejo que en mi cara de dibuja una sonrisa. Menuda estupidez, ni en los telefilms del mediodía de Antena 3 se oyen chorradas así.

Salgo del ascensor y te veo en la puerta sonriendo. Me apetece darte un beso en la boca, pero no lo hago, te doy un beso en cada mejilla. Comenzamos a hablar y me preguntas cómo ha ido el viaje y cosas por el estilo. Conversación sin importancia. Te pregunto dónde dejo mis cosas y te quedas en silencio unos segundos.

No soy tonto, entiendo perfectamente ese silencio. Quieres decirme que lo deje en tu habitación y no sabes como. Te salgo al encuentro:

- ¿Lo dejo en tu habitación?
- ¿En mi habitación?
- Sí, por eso de que igual viene tu compañera de piso y no este todo por medio.
- Ah, pero...
- Lo dejo en tu habitación, entonces.

Comienzo a subir las escaleras y me dirijo a tu habitación. Dejo allí la mochila y bajo. Te miro y estás riendo.

- Es que mi compañera de piso no está aquí este fin de semana, además te lo dije.
- Bueno, no pasa nada. Ahí están bien las cosas.

Salimos de tu casa y montamos en tu coche directos al centro. A partir de ahí comienza un día magnifico. Confidencias, miradas que se encuentran, música,... Casi sin darnos cuenta estamos saliendo del concierto entre risas y estribillos.

Montamos en el coche y me preguntas qué quiero hacer. Te digo que quiero una copa, pero que no me apetece tomarla en un pub, que mejor la tomamos en casa y así podemos hablar tranquilamente mientras escuchamos una música que nos apetezca escuchar a ambos y no la que nos pinche un DJ de barrio de tres al cuarto.

No arrancas y mi miras. Yo no puedo apartar la mirada. Te acercas y me acerco. Nuestros labios están a punto de unirse. Es lo que llevo tanto tiempo esperando, lo que los dos llevamos tanto tiempo esperando.

Suena el timbre.

Me desperté del sueño, o mejor dicho, volví a la realidad, porque en ningún momento llegué a dormir. Salí de mi habitación y abro la puerta para dejar entrar a mi madre que venía con las bolsas de la compra.

Hoy mi vida sigue siendo la misma porque no tome la decisión correcta. Sigo pensando que en algún momento la tomaré. Espero que no sea demasiado tarde.


1 comentario:

Anónimo dijo...

El amor siempre es así, si no tomas la decisión correcta puedes arrepentirte,pero... si estas a tiempo porque no besarla/le de una vez?¿
Tal vez el sueño sea el empujón que necesitas, no?¿
ANIMOOOO, y adelante