“No
quisiera terminar esta carta sin desear mucha suerte y todos los éxitos al
nuevo entrenador del mejor equipo del mundo. Muchas gracias.”
Así se despidió hace unos
meses Tito Vilanova del barcelonismo. Decía hasta pronto, no adiós, para
retirarse a luchar contra la enfermedad que finalmente ayer se lo llevo. Llora
el mundo del futbol, especialmente el barcelonismo. Lágrimas de rabia y de
impotencia, lágrimas de desolación por el amigo que se va, que no es el primero
y que desgraciadamente no será el último.
Nunca es justo lo que se
lleva el cáncer (porque siempre he considerado que hay que llamarlo así, por su
nombre) pero es mucho menos justo cuando se lleva a alguien tan joven, con toda
la vida por delante y con una carrera en la élite que apenas comenzaba, pero el
cáncer no atiende a razones. Se lleva a quien le da la gana y cuando le da la
gana.
A todos nos ha tocado
vivir en algún momento con él. Vivir lo mejor y lo peor de la enfermedad. La
peor parte cuando se lleva a esa persona que ha sido tu segunda madre en el
peor de los momentos, cuando después de ocho años al lado de alguien enfermo
peleando junto a él con otra maldita enfermedad esa persona se va. Cuando a
ella le tocaba por fin descansar dejar de pelear por él y vivir su vida llega
el cáncer y no hay vida que vivir. Se la llevó en apenas dos meses.
Y aun superando esta
pérdida vuelve de nuevo y esta vez a por la madre de verdad, la que me parió. Pero
esta vez no pudo con nosotros. Mi madre ganó la batalla como la han ganado
muchas otras mujeres valientes. No te rindes y cuando no te
rindes a veces ganas. El camino puede ser duro, pero la recompensa es infinita.
Hoy sufre otra familia la
barcelonista, la del futbol, porque esta es de esas cosas que unen a todo el
mundo, Hoy es momento de coger fuerzas y seguir adelante con la mente puesta en
el futuro y el corazón en Barcelona, con la familia de Tito Vilanova.
Adiós entrenador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario